Konijneneiland, así denominaron esta zona (hoy península, antaño isla) del sur de lo que ahora conocemos como Brooklyn los primeros pobladores. Eran holandeses y quería decir La Isla Conejo, debido a que estaba infestada de estos animales. El nombre acabó derivando a Coney Island y sus habitantes a especímenes de feria, del hombre más fuerte del mundo a la mujer barbuda.
La Isla de los Conejos, esta en la que nos encontramos ahora, es un lugar diferente. Igual que su homónima americana, sus habitantes tienen aficiones extrañas y empleos peculiares; su flora y su fauna parece salida de otro planeta; su orografía contiene elementos únicos; su clima es singular y dispar; su comida en muchos lugares no se denominaría con este término.
Como decimos, La Isla de los Conejos es un lugar diferente, pero también es un lugar desconocido para la mayoría de los humanos que habitamos el planeta. Por ello, un grupo de investigadores de las remotas ciencias nos hemos adentrado en esta tierra indómita para informar de todo lo que aquí acontece.
No os creáis todo lo que os contemos, a veces son leyendas locales o cuentos que han pasado generación tras generación pero que creemos que vale la pena que no se pierdan. Eso sí, mantened la mente abierta, ya que lo que parezca más inverosímil puede ser perfectamente cierto en La Isla de los Conejos.