Mi perro se ha quedado en silla de ruedas. Sí, así es, por suerte se ha adaptado a la perfección y tiene una vida bastante normal, con sus limitaciones, pero puede pasear sin problemas 3 y 4 kilómetros cuando, hace dos meses, una vuelta a la manzana ya era un suplicio. Así que me he decidido a hacer un post divulgativo sobre este aparato que está salvando la vida a tantos perros.
UN POCO DE HISTORIA
En 1949, un intelectual alemán construyó la que se considera la primera silla de ruedas para perros. Su peludo amigo se quedó inválido y decidió adaptar una silla de ruedas de humanos a las necesidades de su compañero.
Desde entonces han evolucionado mucho, pero no ha sido hasta los últimos años que realmente se ha hecho un salto importante en estos aparatos y ahora cumplen a la perfección su finalidad y se adaptan a la ergonomía y necesidades del perro.

NUESTRA EXPERIENCIA PERSONAL
Hace unos dos años y medio, Moe, nuestro perro de 36 kilos y raza imprecisa, empezó a arrastrar, de vez en cuando, las uñas de la pata trasera izquierda y, posteriormente, se quedó sin movilidad en esa misma pierna. Diagnóstico: enfermedad degenerativa de la médula espinal.
Hace un año, empezó a fallarle la otra pierna hasta que, hace dos meses, se quedó sentado sin poder levantarse. Mucha gente opta por la eutanasia. Para nosotros no era una opción siempre que Moe tuviese calidad de vida y estuviera bien, así que le hicimos un chequeo general y lo único que le fallaban eran las piernas.
Sabiendo con antelación que tarde o temprano llegaríamos a esta situación, ya teníamos miradas las sillas (en Ortocanis, en este caso). El lunes fuimos y le probaron la silla. ¡Se adaptó al momento andando como hacía tiempo que no hacía! Y como no, después visita al veterinario. Buscad qué especialistas tenéis cerca, nosotros fuimos a Canis Girona y, sinceramente, fue la mejor opción que pudimos escoger: un trato perfecto tanto para el perro como para nosotros. Grandes profesionales y grandes personas.

ALGUNA PEGA TENDRÁ…
Naturalmente: no se pueden tumbar con la silla puesta. El perro puede hacer sus necesidades, puede caminar y correr, subir bordillos… pero no se puede tumbar. Así que, después de los paseos le quitamos la silla y se queda en su colchón. ¿Todo el día? ¡No! Ha desarrollado una técnica depuradísima para pasear por la casa: sentado, con las piernas hacia delante, se mueve con la fuerza de las patas delanteras y sin tocar con el culo en el suelo.

Otro problema es que con la silla no hay vuelta atrás. Me explico, una vez el perro empieza a utilizar la silla, los músculos de las piernas se le atrofian y es muy complicado rehabilitarlos. Por eso, la silla, en mi opinión, debería ser la última opción. ¡Pero una opción realmente buena!
CONCLUSIÓN
Hay muchos factores que pueden provocar la falta de movilidad en los miembros de los perros (enfermedades degenerativas, hernias…) pero también es cierto que hay multitud de soluciones, tanto para estadios más primerizos, como arneses para ayudarles a andar, como para estadios más avanzados, como sillas de ruedas para las patas traseras, para las delanteras o para las cuatro).
Si el perro está bien, la eutanasia no es una opción.
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¡Hola! Toda la razón. La verdad es que cuando paseas con un perro en silla de ruedas te das cuenta que no solo estás ayudando a tu perro, sino a muchos otros, ya que normalizas la situación y das opciones a personas que ni sabían que ésa podía ser una solución para sus amigos peludos. Igualmente, los paseos son más lentos, ya que siempre hay alguien que te pregunta y debes hacer una labor de educación para con ellos. ¡Pero se hace a gusto!