Las Bahamas, destino paradisíaco de aquellas vacaciones de ensueño. Arena blanca, azules aguas, cerdos nadando… Sí, como lo oyes, cerdos nadando. Y no me refiero a los cerdos que podemos encontrar en cualquier piscina pública mirando de reojo a las chicas en bikini. No, me refiero a auténticos cerdos nadando en las azules aguas y revolcándose en las blancas playas.

Esto es lo que ocurre en el Cayo Big Major, en el distrito de Exuma de las Bahamas. En esta pequeña isla boscosa, una de las 360 que podemos encontrar por la zona, viven una colonia de unos 20 cerdos asilvestrados que han aprendido a nadar para saborear los delicados majares que les dan desde los barcos.

¿DE DÓNDE SALIERON?
Nadie sabe a ciencia cierta de dónde salieron los primeros cerdos que poblaron la isla (para que quede ya claro, en la isla no viven humanos, por lo que cuando me refiero a los credos que pueblan la isla, me refiero a eso, cerdos).
Hay varias teorías especulatorias: la más extendida es que, durante la época colonial, marineros holandeses los dejaron en la isla para mantenerlos frescos y podérselos comer otro día, pero no volvieron nunca a recogerlos, quien sabe si por motín a bordo que cambió el rumbo de la nave; una ejecución por una deserción en mal momento; o un simple naufragio.
Y con esto llegamos al segundo motivo: un naufragio es el que llevó a los cerdos al mar y, los que sobrevivieron (es decir, los que tuvieron suerte y sabían nadar) llegaron a la isla e hicieron de ella su paraíso particular.

Por último, la teoría que más me gusta: los cerdos los pusieron los gobernantes/empresarios de las Bahamas como parte de un astuto plan para atraer turismo a la zona. “Sí, ya verás, ponemos cerdos que aprenderán a nadar y esto se nos va a llenar de turistas”. ¡Si es que hay auténticos genios del márquetin por el mundo!
DEL PARAÍSO AL INFIERNO SOLO HAY DOS YATES

Sea como fuere, el caso es que sí que es cierto que estos simpáticos animalillos atraen al turismo. Son calmados, los puedes alimentar, tocar, hacerte fotos con ellos… Lo que quieras. Y este “Lo que quieras” es lo que ha llevado a equívoco a muchos turistas que, como buenos humanos, piensan que “Lo que quieras” es que puedes maltratarlos, emborracharlos, darles arena mezclada con la comida, robarles las crías para hacerse selfies…

Todo este cariño humano ha llevado a la muerte a varios cerdos (como ahora sí que puede llevar a error, especificaré que son los cerdos habitantes de la isla, no los cerdos turistas) por indigestiones, estrés y otras afecciones. Además de los condenados a muerte (sacrificio, lo llaman) por haber mordido a algún veraneante que le había cogido prestada solo un momentito a su cría y que después del ataque decidió denunciarlo a las autoridades correspondientes.
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